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Comprar piso con amigos en España sin perder la amistad. Claves legales financieras y emocionales para acertar

Comprar casa con amigos en España: una gran idea… si se hace bien #
La escena es fácil de imaginar: estás con tus amigos, tomando algo en el Carmen, Ruzafa o en la Patacona, y alguien suelta la frase mágica:
“¿Y si compramos un piso entre todos y dejamos de tirar el dinero en alquiler?”
La idea suena genial: compartís gastos, tenéis algo vuestro, invertís en ladrillo (que en Valencia tiene mucho sentido) y os aseguráis un plan a largo plazo. Pero luego aparece la realidad:
¿Quién pone cuánto?
¿De quién es qué porcentaje?
¿Qué pasa si uno se quiere ir antes de tiempo?
¿Y si alguien deja de pagar?
Comprar una vivienda en copropiedad entre amigos es totalmente posible en España, se hace cada vez más, y puede ser una decisión muy inteligente… si lo dejáis todo atado desde el principio.
Desde nuestra experiencia como agencia inmobiliaria en Valencia, hemos visto operaciones que han salido muy bien y otras que han terminado en guerras frías. La diferencia casi siempre está en lo mismo: cómo se organiza la copropiedad y qué se firma antes de comprar.
Vamos a verlo paso a paso, con lenguaje claro, sin tecnicismos innecesarios y con ejemplos reales.
Qué es exactamente comprar una vivienda en copropiedad entre amigos #
Cuando varias personas compran un piso o una casa juntas, lo habitual es que lo hagan en proindiviso. Eso significa, básicamente, que todos sois dueños del inmueble, pero cada uno con un porcentaje concreto.
No se divide el piso físicamente, se divide la titularidad jurídica. Es decir:
- Uno puede tener el 40 %
- Otro el 30 %
- Otro el 30 %
Todos sois propietarios del mismo inmueble, solo que con pesos distintos. Ese porcentaje importa para:
- Reparto de beneficios (por ejemplo, si se alquila)
- Reparto de gastos
- Reparto de la propiedad en caso de venta
Y muy importante: salvo que pactéis lo contrario, todos tenéis que estar de acuerdo para vender el inmueble completo. Y eso, sin un buen pacto previo, puede convertirse en una trampa.
Cómo repartir los porcentajes de propiedad: más allá del “a pachas” #
La tentación más habitual es decir:
“Somos cuatro, pues 25 % cada uno y listo”.
A veces tiene sentido, pero no siempre. Hay que tener en cuenta varios factores, especialmente en ciudades como Valencia donde los precios varían mucho de barrio a barrio y las aportaciones iniciales suelen ser diferentes.
Criterio 1: según la aportación inicial (entrada + gastos) #
La opción más lógica suele ser repartir según lo que cada uno pone de su bolsillo:
Si uno pone más dinero para la entrada y los gastos de compraventa (notaría, registro, impuestos, gestoría, tasación, etc.), lo normal es que tenga un porcentaje mayor.
Ejemplo sencillo:
Imaginad que vais a comprar un piso en Valencia de 260.000 €.
Entre entrada y gastos totales (aprox. 30–35.000 €, dependiendo de la operación) decidís que cada uno pone una parte distinta:
- Amigo A: 20.000 €
- Amigo B: 10.000 €
- Amigo C: 5.000 €
- Amigo D: 5.000 €
Si el resto se financia con hipoteca en la que todos responden por igual, tenéis dos opciones:
- Ajustar los porcentajes solo según la entrada
- Ajustar según entrada + quién va a pagar qué parte de la hipoteca
La clave aquí es que no os limitéis al “vamos viendo”. Dejadlo escrito en escritura y en un pacto privado.
Criterio 2: según la aportación mensual a la hipoteca #
Otra forma de repartir es en función de quién va a pagar más cada mes. En la práctica, muchos grupos de amigos combinan estos dos criterios:
- Porcentaje de propiedad en función de entrada + cuota mensual real
- Se hace una especie de “cuenta virtual” donde cada uno tiene anotado lo que ha ido aportando
Lo que funciona muy bien es fijar porcentajes de propiedad desde el principio y, además, llevar un cuadro de aportaciones actualizado que os sirva si alguien sale del proyecto antes de tiempo. Más adelante veremos cómo encajar esto en el famoso pacto de salida.
Criterio 3: según el uso real del inmueble #
En muchos casos, los amigos compran:
- Una casa en la playa (por ejemplo, en la Malvarrosa, El Saler, Port Saplaya o Canet)
- Un piso que se va a destinar a alquiler turístico o alquiler tradicional
- Una vivienda grande para compartir durante unos años, y luego alquilar
Si no todos vais a tener el mismo uso de la vivienda, puede tener sentido:
- Que quien vaya a vivir allí tenga un porcentaje diferente
- O que, aunque tengáis el mismo porcentaje, el que vive en la casa pague más de comunidad, suministros, IBI o determinados gastos corrientes
Todo esto se puede pactar con detalle, y es lo que marca la diferencia entre una relación sana y un follón de reproches.
Pacto de copropiedad: el documento que os puede salvar la amistad #
Lo más importante de todo esto: no basta con aparecer todos en la escritura con un porcentaje.
La escritura de compraventa recoge lo básico: quiénes son los propietarios y en qué proporción. Pero no entra en los detalles del día a día. Por eso es tan útil (y recomendable) firmar, además, un pacto de copropiedad o un acuerdo privado entre copropietarios.
¿Qué es esto en la práctica?
Un documento en el que dejáis por escrito cómo se va a gestionar la propiedad. No es obligatorio, pero es muy, muy recomendable.
Qué debería incluir un buen pacto de copropiedad #
Hay ciertos temas que, si no se dejan claros por escrito, casi siempre acaban generando tensión. Los más importantes son:
-
Reparto exacto de porcentajes: cómo se han calculado y si pueden cambiar en el futuro (por ejemplo, si alguien pone más dinero más adelante para reformas importantes).
-
Uso de la vivienda:
- Quién va a vivir allí (si es que alguien vive)
- En qué condiciones
- Si se permite el alquiler de habitaciones a terceros
- Cómo se reparten turnos de uso si es segunda residencia
-
Reparto de gastos habituales:
- Hipoteca
- Comunidad
- Suministros
- IBI y otros impuestos
- Seguros
Aquí es clave decidir si se reparten según porcentaje de propiedad o según uso real. No hay una fórmula única, pero sí debe estar muy claro.
-
Decisiones importantes:
- Qué cosas se deciden por mayoría
- Qué cosas exigen unanimidad
- Cómo se resuelven empates
-
Reformas y mejoras:
- Quién las propone
- Cómo se aprueban
- Quién las paga
- Si dan derecho a modificar porcentajes o a compensaciones futuras
-
Entrada de nuevos socios:
- Si se permite meter a nuevos amigos en la propiedad
- Bajo qué condiciones
- A qué precio
-
Salida de un copropietario:
- Cómo se calcula su parte
- A quién puede vender (primero a los demás, normalmente)
- Qué pasa si nadie quiere o puede comprar su parte
Este documento puede ir desde algo sencillo de unas pocas páginas hasta un contrato muy detallado, casi como un “pacto de socios” de una empresa. Y, aunque sea un acuerdo privado, lo mejor es que lo revise un abogado y se haga con cierta seriedad.
Cómo pactar la salida de uno sin dramas (ni sorpresas) #
Este es el punto crítico: nadie compra pensando en separarse, pero pasa más de lo que imaginamos.
Uno se cambia de trabajo.
Otro se va a vivir con su pareja.
Otro necesita liquidez.
O, sencillamente, las prioridades cambian.
Si no habéis pactado cómo sale uno del proyecto, la cosa puede ponerse muy tensa. Que si “yo quiero mercado”, que si “te lo compro pero a este precio”, que si “tú te quieres aprovechar”, etc.
Derecho de tanteo y retracto entre amigos #
Algo muy sano (y muy habitual) es regular una especie de derecho de tanteo entre copropietarios. Traducido a lenguaje normal:
Si uno quiere vender su parte, primero debe ofrecérsela a los demás, con:
- Un precio claro
- Un plazo para contestar
- Condiciones concretas de pago
Solo si ninguno de los demás quiere o puede comprar, se le permite vender a un tercero, con ciertas condiciones.
Esto protege al grupo. Evita, por ejemplo, que aparezca de repente un desconocido como nuevo copropietario, con el que nadie tiene confianza ni sintonía.
Cómo fijar el precio de salida de uno que quiere vender #
Este es, probablemente, el punto más delicado. Hay varias maneras de hacerlo, y es clave elegir una y dejarla bien explicada:
-
Valoración de mercado con tasación profesional
Se encarga una tasación a un tasador independiente o a una empresa de valoración.
Se toma ese valor y se aplica el porcentaje de propiedad.
Luego se ajusta por hipoteca pendiente y otros factores. -
Valoración por agencia inmobiliaria de la zona
Para Valencia, esto es muy habitual. Una o varias agencias dan su estimación de precio de venta realista.
Podéis establecer que, por ejemplo, se tome la media de dos valoraciones. -
Fórmula mixta
Tasación más informe de agencia.
O tasación y un mínimo/máximo de variación. -
Precio preacordado actualizado
Por ejemplo: el valor inicial de compra, actualizado con un porcentaje anual.
Es más simple, pero menos ajustado a la realidad si el mercado se ha movido mucho.
En cualquier caso, lo importante es que el método esté definido de antemano. Así nadie puede jugar con el “yo creo que vale más” o “eso es muy poco”.
Qué pasa con la hipoteca cuando uno se va #
Este es el gran elefante en la habitación: la hipoteca.
Si habéis comprado entre varios amigos, lo habitual es que el banco haya firmado la hipoteca con todos vosotros como deudores solidarios. Eso significa que el banco puede reclamar la deuda íntegra a cualquiera de vosotros si los demás no pagan.
Cuando uno se va, lo ideal sería:
- Que el banco le saque de la hipoteca
- Y que los que se quedan asuman su parte de deuda
¿El problema?
Los bancos no siempre aceptan esto con facilidad. Si vuestra solvencia conjunta se reduce, igual no quieren liberar a nadie.
Por eso es aconsejable prever en el pacto:
- Qué pasa si el banco no libera al que se va
- Si se va a compensar de otra forma
- Si se puede vender el inmueble completo en última instancia si no hay acuerdo
Una práctica relativamente habitual es pactar algo así:
“El que se va tendrá derecho a recibir el valor de su parte menos la deuda vinculada a ese porcentaje, pero solo cuando el banco haya autorizado su salida de la hipoteca o se haya sustituido por un nuevo deudor”.
Suena un poco técnico, pero traducido es:
No cobras del todo hasta que no quedes fuera del riesgo bancario.
Cómo evitar conflictos futuros: lo que de verdad funciona #
Más allá de los contratos y de las letras pequeñas, hay una serie de gestos y decisiones que, en la práctica, evitan el 90 % de los conflictos entre copropietarios.
Elegir bien con quién compras #
Parece una obviedad, pero no lo es. Ser amigos no significa necesariamente ser buenos socios en una operación inmobiliaria.
Antes de lanzaros, es sano hablar de:
- Cómo maneja cada uno el dinero
- Si alguien tiende a pagar tarde
- Si hay deudas previas
- Si las situaciones laborales son estables
No se trata de juzgar, sino de saber con qué realidad contáis. Un piso en Valencia no es una cena: es un compromiso a años.
Poner las cartas sobre la mesa desde el principio #
Decidid de forma explícita:
- Para qué compráis: ¿invertir? ¿vivir? ¿tener una segunda residencia?
- Cuánto tiempo, en principio, queréis mantener la propiedad
- Si alguien tiene intención de irse pronto (por ejemplo, planificado irse al extranjero)
Cuando todos saben a qué juegan, se evita la sensación de engaño o de cambio de reglas a media partida.
Llevar una contabilidad clara y compartida #
Nada genera más mal rollo que el clásico “yo ya pagué”, “tú me debes”, “no recuerdo”.
Lo que mejor funciona es:
- Una cuenta bancaria común destinada a la vivienda
- Todos los gastos y aportaciones pasan por ahí
- Un pequeño Excel o aplicación compartida donde se vea quién paga qué
Transparencia total. Sin esto, los malentendidos están garantizados.
Definir un “plan B” si las cosas se complican #
Por ejemplo, podéis pactar que:
- Si durante X meses alguien no puede pagar su parte, se le da un margen, pero pasado ese tiempo se activa un mecanismo:
- O vende su parte a los demás
- O se pone el piso a la venta conjunta
Es duro hablar de estos escenarios, pero hacerlo antes es lo que marca la diferencia entre un problema serio y un mal trago controlado.
Copropiedad entre amigos y alquiler: una combinación muy potente #
Una opción muy interesante, especialmente en Valencia, es comprar entre varios amigos no tanto para vivir todos, sino como inversión para alquilar.
Por ejemplo:
- Compráis un piso en un barrio con mucha demanda (Campanar, Abastos, Ruzafa, Benimaclet, Malilla, etc.)
- Lo reformáis (si hace falta)
- Lo alquiláis a largo plazo a una sola familia o a estudiantes/jóvenes profesionales
En este escenario, el pacto entre vosotros debe tratar especialmente:
- Cómo se reparte el alquiler (normalmente según porcentaje de propiedad)
- Quién gestiona al inquilino (o si contratáis una agencia)
- Cómo se afrontan impagos o daños
- Qué hacéis con el dinero:
- ¿Lo repartís cada mes?
- ¿Lo dejáis en un fondo común para gastos y futuras inversiones?
La ventaja aquí es que las emociones del uso personal bajan mucho. No hay peleas por quién usa la casa tal fin de semana. Todo es más empresarial. Pero, incluso así, el pacto es igual de necesario.
Errores frecuentes al comprar con amigos (y cómo esquivarlos) #
Tras ver muchas operaciones de este tipo, estos son los fallos que más se repiten:
-
No hablar de la salida de nadie “para no aguar la fiesta”
Resultado: cuando alguien necesita irse, todo pilla de sorpresa y empiezan los reproches.
Solución: hablarlo al principio, sin dramatizar. -
Confiar solo en la amistad y no firmar nada sólido
La frase “entre nosotros no hace falta tanto papeleo” se cobra víctimas cada año.
Solución: la amistad se cuida precisamente firmando algo claro y justo. -
No pensar en la hipoteca como una atadura conjunta
Muchos se imaginan que salir es tan fácil como “vendo mi parte y ya está”. No es así.
Solución: incluir siempre el papel del banco en el diseño de las salidas. -
Repartir todo al 50/50 sin que las aportaciones lo sean
Eso genera, con el tiempo, sensación de injusticia.
Solución: ajustar los porcentajes a la realidad de lo aportado y a lo que se aportará. -
No prever qué pasa si el mercado baja o sube mucho
Uno puede querer vender rápido si el precio sube, otro preferir seguir.
Solución: fijar un horizonte temporal mínimo y condiciones para vender el inmueble completo.
Cómo se formaliza legalmente: pasos clave #
Para que os hagáis una idea práctica del proceso, resumiendo mucho, sería algo así:
Primero, elegís el inmueble:
Buscáis piso o casa (en Valencia ciudad, alrededores o costa) con una agencia o por vuestra cuenta. Se estudian zonas, precios y rentabilidad si es para alquilar.
Segundo, concretáis quién compra y en qué porcentaje:
Se define cuántos vais a ser, qué % tendrá cada uno y cómo se reparten gastos e hipoteca. Aquí es donde deberíais tener ya una idea del pacto privado.
Tercero, habláis con el banco:
Presentáis la operación al banco con todos los compradores. El banco analiza vuestra solvencia conjunta.
Es clave comparar condiciones entre entidades: tipo de interés, comisiones, seguros asociados.
Cuarto, firma de contrato de arras:
Se suelen firmar arras con el vendedor, donde indicáis claramente que se compra a nombre de X personas.
A veces ya se incluyen los porcentajes previstos, aunque lo esencial va en la escritura.
Quinto, escritura de compraventa e hipoteca:
Ante notario, se firma la compraventa y la hipoteca (si la hay).
En la escritura constan cada uno de los propietarios y su porcentaje exacto de participación.
Sexto, inscripción en el Registro de la Propiedad:
La vivienda queda inscrita a nombre de todos, cada uno con su porcentaje.
Séptimo, pacto privado de copropiedad:
Se firma aparte, entre vosotros.
Puede hacerse antes, después o el mismo día de la compra, pero lo ideal es que esté como mínimo acordado antes de ir al notario, y firmado lo antes posible.
¿Merece la pena comprar con amigos? #
La respuesta honesta es: sí, pero no para todo el mundo.
Merece la pena si:
- Os conocéis bien de verdad, no solo de fiesta
- Tenéis una visión de medio-largo plazo parecida
- Estáis dispuestos a hablar de dinero con naturalidad
- Podéis firmar un pacto claro sin que nadie se sienta atacado
No merece tanto la pena si:
- Hay mucha desigualdad de ingresos y eso ya genera tensión
- Alguien está “entrando por compromiso”
- No os veis siendo capaces de hablar de conflictos sin explotar
En una ciudad como Valencia, donde el mercado inmobiliario sigue siendo muy atractivo comparado con otras grandes ciudades españolas, la copropiedad entre amigos puede ser una forma fantástica de entrar en el mercado cuando, a nivel individual, sería imposible.
Pero la clave no está solo en encontrar el piso perfecto, sino en algo mucho más básico: cuidar la relación entre vosotros poniéndole estructura, normas claras y un plan si algún día las cosas cambian.
Consejos finales desde la experiencia #
Para dejarlo muy claro, si tuviéramos que condensar todo en unas pocas ideas prácticas, serían estas:
Ponlo todo por escrito, incluso lo obvio.
Cuanto más claro esté, menos discusiones habrá.
Acepta que alguien se querrá ir antes de lo previsto.
No lo vivas como una traición: planifícalo desde el principio.
No improviséis con la parte legal.
De verdad: que un abogado revise el pacto de copropiedad es dinero muy bien invertido.
Pensad como socios, no solo como amigos.
La amistad está primero, pero el inmueble es una inversión seria.
Y, por último, disfrutad el proceso.
Comprar una vivienda entre amigos, bien hecho, puede ser una de esas decisiones que dentro de unos años miráis con orgullo:
“Menos mal que nos lanzamos… y menos mal que lo hicimos bien”.
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